En Lodosa, a diferencia de la mayoría de los pueblos, sabíamos nadar. El padre Ebro nos enseñaba desde «chiguitos». Por aquellos tiempos no existían las piscinas, y en Lodosa teníamos muchos y buenos remansos para nadar.
El Ferial era la versión más familiar y para todos los públicos. Los más valientes pasábamos a la Isla o al Sazal (enfrente). Y unos metros a la derecha estaba La Rama. Un trampolín para expertos saltadores y nadadores, entre los que destacaba el entonces futuro maestro de Lodosa José Mari Alcalde.
Podrás observar que nos bañábamos en blanco y negro, y también color.